«Ensayo sobre la ceguera» de José Saramago

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Traductor: Basilio Losada

Esta novela del Premio Nobel José Saramago, publicada en 1995, puede ser considerada como una de las más importantes dentro de la amplia producción de este escritor. La lucha por la supervivencia y el profundo egoísmo que marcan a los distintos personajes de esta misteriosa obra se convierten en una parábola de la sociedad actual, trascendiendo así el significado de ceguera más allá de la propia enfermedad física. Algo que llama la atención es que los personajes no poseen nombre, sino que se diferencian por sustantivos, personas que pueden ser cualquiera: el médico, la mujer del médico, el primer ciego, la mujer de las gafas oscuras… particularidad que hace todavía más inquietante su lectura.

 

Icono 123RF   Del libro a la pantalla


A ciegas

Título: A ciegas [Título Original: Blindness]

Director: Fernando Meirelles

Intérpretes: Julianne Moore, Mark Ruffalo, Danny Glover, Alice Braga, Gael García Bernal, Yusuke Iseya, Sandra Oh, Yoshino Kimura, Scott Anderson, Isai Rivera Blas

 

 

 

2 Comentarios

  1. Comentario participante.

    Nota un 5.
    No lo he pensado mucho, es lo que me ha salido después de leerlo.

    JOSE SARAMAGO – ENSAYO SOBRE LA CEGUERA– (“Dentro de nosotros hay algo que no tiene nombre, esa cosa es lo que somos”)
    “EL HOMBRE ES UN LOBO PARA EL HOMBRE” y pido perdón a los lobos.
    Es realmente decepcionante, cómo las diferentes sociedades en el devenir de la historia del nombre, se han preocupado en el desarrollo de tecnologías hacía afuera de nosotros mismos, los avances tecnológicos, los viajes espaciales etc. Los gastos descomunales que ello implica no tienen fin, que con un simple gesto de PODER para eliminar la electricidad, llegaría el caos. Últimamente entra en esa preocupación nuestra parte física, el genoma, las enfermedades genéticas etc. Todo esto vale para muy poco si quien utiliza todos estos avances, no ha evolucionado nada, si en su psique sigue siendo el animal instintivo que originalmente fue y sigue siendo. No tengo dudas de que si la situación que nos escribe Saramago en este libro se diera, se diferenciaría muy poco o nada.
    No hay mayor ciego que el que no quiere ver, pero también el que no quieres oír o pensar.
    >>Curiosidades del libro<<

    >>¿Por qué no hay ni un solo nombre en todo el libro?<<

    Cuando me encuentro con un personaje y tengo su nombre, enseguida empiezo a imaginarlo, y a veces hasta el cambio de nombre, porque no le pega al de mi imaginación.
    Es para que no nos impliquemos, o porque realmente no hacen falta para lo que quiere exponer, pero es el primer libro que me encuentro con esta curiosidad.

    >>¿Por qué ha elegido a una mujer, de única vidente?<<

    >>¿Un hombre vidente hubiera actuado como ella?<<

    La hembra de la manada, (sigo pensando en lobos y lobas) si se le hace jefa, sobretodo cuidará del grupo, de su bienestar, de diferente manera del macho. La vidente, no se descubre, utiliza su vista para fines grupales, para cuidar al conjunto y cuidarse ella.
    El hombre se hubiera descubierto y sería el jefe de todos, pero eso conlleva muchos riesgos, hasta podía convertirse en conejillo de indias.
    Los dos hubieran matado al jefe del otro grupo.
    Si, pero de diferente manera, y con diferente resultado.

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  2. En esta primera tertulia del curso 2018-2019 nos encontramos con un peso pesado de las letras y del pensamiento, y su obra «Ensayo sobre la ceguera» [1995]. Después vendría «Ensayo sobre la lucidez» [2004].

    No es difícil reconocer en el texto a qué ceguera se refiere el autor; esa ceguera blanca que nos obnubila, nos oscurece y nos ofusca, y que da como resultado una sociedad en continua decadencia. En un post del blog de su fundación afirma:

    «Soy tan pesimista que creo que la humanidad no tiene remedio. Vamos de desastre en desastre y no aprendemos con los errores. Para solucionar algunos de los problemas de la humanidad, los medios existen y sin embargo no son utilizados».

    El propio autor nos dará la solución a este pesimismo que le embarga. No en vano en muchas de sus conferencias nos hablará de «pensar, pensar» y así se pronunciaba:

    «Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar, necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte».

    Durante la tertulia se sugirieron dos cuestiones que llamaron la atención. La primera es el papel que otorga Saramago a la mujer como única vidente del grupo. ¿Por qué elige el Nobel luso a la mujer del médico [Julianne Moore] para el papel más importante de su texto? De todos es sabido el pensamiento de este autor con respecto al género femenino:

    «La mujer, ese ser mucho más fuerte que el hombre, que sabe siempre qué sucede un poco antes que nosotros.
    Tengo la esperanza de que, quizás algún día, la mujer asuma su responsabilidad total y no permita seguir siendo una especie de sombra del hombre, presente apenas para cumplir lo que el hombre decida; que ella misma se afirme con su capacidad única, con su generosidad. La mujer siempre es más generosa que el hombre, y ocurre que el mundo necesita mucha generosidad».

    La segunda cuestión es el estilo narrativo del autor, denominado «estilo directo libre», por el que el narrador cede su voz y su visión al personaje, sin anunciarlo previamente y sin nexos introductorios, sin guiones. Aquí salió a relucir el título: «Reivindicación del conde don Julián» de Juan Goytisolo [1931-2017].

    Decía su viuda y traductora en una entrevista para El País que «José escribía en un espacio silencioso en el que de vez en cuando sobresalía la música clásica, especialmente la ópera, que dominaba el ambiente. Decía que escribir, para él, era como componer música, pausa corta, pausa larga, contrapunto… Y luego el lector lee como si fuera una partitura, le pone voz, entona…. A los lectores que tenían dificultad para seguir ese ritmo que imponía la propia escritura, Saramago les aconsejaba que leyeran en voz alta».

    Y en estas, nuestro maestro de ceremonias, como si de la lectura de El Quijote en el día del libro se tratara, alzó su voz y nos invitó a regresar a la oralidad renacentista proponiendo una lectura colectiva, lectura que las asistentes ejecutaron de manera intachable. ¡Chapeau! Gracias por vuestra colaboración.

    En la misma entrevista aludida anteriormente, Pilar del Río, viuda y traductora del autor, nos dirá que «Ensayo sobre la ceguera» es un ensayo sobre la humanidad; si se lee (en voz alta, en voz baja) uno verá a Saramago adivinando misteriosamente el desconcierto real del mundo en que vivimos.

    Y hasta aquí todo lo que dio la tertulia de «Ensayo sobre la ceguera». Les espero el próximo miércoles, 14 de noviembre, con Sándor Márai y «La mujer justa».

    P.D. Les adjunto el texto remitido por una compañera que no pudo asistir a la tertulia y que me parece totalmente acertado, salvo que no es el primer libro que leemos y cuyos protagonistas aparecen innominados. ¿Recuerdan «La carretera» de Cormac McCarthy?

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